sábado, 30 de abril de 2016

CRISIS EN EL AUTISMO



Hace unos días se publicó un vídeo para concienciar sobre el autismo, en el que una mamá fingía tener una crisis de autismo en plena calle y se veía como reaccionaba la gente.  A raíz de ese vídeo las redes se incendiaron, y se crearon dos grupos totalmente enfrentados entre los papás, por un lado, los que creían importante mostrar todas las caras del autismo, incluida una de las más duras como son las crisis sensoriales, y otro grupo en el que se criticaba que se mostrara algo que puede etiquetar y crear miedo y rechazo hacia nuestros hijos.

Está claro que nunca vamos a estar todos de acuerdo en nada que se haga, unas cosas nos gustarán más, otras menos, a unas causas nos sumaremos y otras las dejaremos pasar porque no nos representen, pero por este vídeo, la mamá que lo hizo ha recibido críticas muy fuertes y un menosprecio increíble sobre su trabajo. Y eso no lo respeto, porque puede no gustarte el vídeo, puedes opinar que tú lo hubieras hecho de otra manera, puedes ignorarlo si no te aporta nada, pero resulta que la persona que ha invertido su tiempo, su dinero, su trabajo y sus ilusiones ha sido esta mamá y ese vídeo es el resultado de lo que ella quería transmitir, y nadie tiene derecho a insultarte y hacerte sentir mal por mostrar tu opinión y tus vivencias.

Me ha costado sentarme a escribir, porque por una parte sentía que tenía que hablar de esto antes de seguir hablando de otras cosas, y por otro no sabía cómo hacerlo intentando entender a ambas partes, pero la verdad, es que tengo una opinión muy clara sobre este tema, y al final, he decidido como siempre, ser sincera y expresar lo que siento, aunque no le guste a todo el mundo y después contaros nuestra propia experiencia en este tema. 

Por supuesto que las crisis sensoriales no definen lo que es el autismo, claro que no todos los niños con TEA las tienen, ni los que las tienen se manifiestan en la misma proporción y cantidad. Pero el niño superdotado, que, aunque no hable resuelve enigmas científicos tampoco define el autismo, pero parece que queda más bonito y crea menos rechazo. 

Pero no, yo no quiero una imagen sesgada del autismo. El autismo no es un milagro de Dios para papás maravillosos y especiales. El autismo no es un niño que no habla, pero siempre está sonriendo porque su inocencia no le deja ver lo malo. Y no, el autismo no hace de nuestros niños genios científicos ni grandes compositores musicales, que puede haberlos, y queda muy bonito en los documentales. 

No, el autismo es una PUTADA, y sí, con mayúsculas, te aleja de tu hijo, que muchas veces no conecta contigo al mirarle, hace que al hablarle parezca que no te presta atención, que se encuentre triste y no te deje acercarte a abrazarlo porque el contacto le hace daño, hace que cuando quieren decirte algo no tengan las herramientas necesarias y se frustren, y sí, hace que cuando algo les supera y no son capaces de lidiar con la frustración entren en una crisis sensorial.

Porque las crisis sensoriales o crisis de autismo existen, y si tienes la suerte de que tu hijo con autismo no ha tenido ninguna, enhorabuena, de verdad, me alegro, porque es algo muy doloroso y difícil de gestionar, tanto para el niño que no sabe lo que le pasa, como para el adulto que tiene que aprender a acercarse a su hijo cuando se pone así, y no siempre es fácil, y sobre todo no siempre se consigue en el primer intento. No siempre se puede anticipar y no siempre ocurren en las mismas circunstancias, si fuese así, los niños vendrían con un manual de instrucciones o tendrían un botón de apagado, pero mala suerte, cada niño es distinto, y lo que funciona con mi hija no tiene por qué funcionarte a ti.

Pero como he dicho, esto existe, y ocultarlo y que no lo vea nadie, no hablar de ello para que no se sepa, no va a hacer que desaparezca, sino todo lo contrario, puede propiciar que cuando aparezca una de estas crisis nadie sepa lo que ocurre, no lo vean como algo dentro de posible, y no sepan que se solucionan con unas pautas que los padres que las vivimos tenemos más o menos aprendidas.

Y claro que dan miedo, y claro que impactan, y más cuanto más mayor es el niño que las sufre, porque de pequeños pueden pasar por una pataleta, y bueno, a pesar de tener que escuchar el típico que niño tan malcriado, no va más allá, pero cuando el niño crece, cuanto más mayor se hace, las miradas se vuelven más críticas, se escuchan más reproches y desaparecen las sonrisillas cómplices; cuando estos niños pasan a ser adolescentes, directamente pasan a mirarte como si tuviesen una enfermedad mental y tuviesen que estar ingresados en una institución; y si de lo que hablamos es de adultos, las caras se vuelven de asco, porque creen que es un borracho o drogadicto.

Así que yo estoy en el bando de hablar de ello, de hacerlo visible, de normalizarlo, porque esto existe, porque nos lo vamos a encontrar, en casa, en el parque, en el colegio o en el supermercado, no sé dónde ocurrirá, pero sé que ocurrirá, y que, aunque ahora todavía son “rabietas” que todos entienden porque la niña tiene cuatro años, dentro de dos, cuatro o seis años pueden seguir apareciendo, y si nuestro entorno sabe lo que son, podrán acompañarnos.

Jimena ha tenido distintos momentos con estas crisis sensoriales, pero sé que de momento estamos teniendo suerte, no han sido excesivas, y cuando han aparecido han sido bastante cortas y las hemos conseguido frenar con bastante facilidad, y, sobre todo, de momento no se han presentado con agresividad, ni hacia ella ni hacia los demás.

Cuando era más pequeña se presentaban cuando había algún cambio que ella no era capaz de entender: si salíamos de casa y ya en el ascensor nos dábamos cuenta de que nos faltaba algo y teníamos que volver a casa o si decíamos que íbamos a la calle, pero íbamos en coche, al bajar al parking decía que eso no era la calle, en esos momentos se bloqueaba, y no era capaz de entrar en casa o en el coche, porque no era lo que ella había organizado en su cabeza, y nos costaba mucho rato de hablar con ella, o incluso de volver a casa y no salir, explicándole con pictogramas lo que había ocurrido. Ahora es capaz de anticipar mejor, y es mucho más flexible con los cambios, y ya no nos ocurre por este motivo.

También le ha ocurrido cuando se le pegaba un trozo de pegatina o celo, o cualquier cosa que pudiese quedarse pegada; durante un tiempo creíamos que se trataba de hipersensibilidad táctil, (otro de los temas a los que tengo que dedicar una entrada) y lo trabajamos mucho con el terapeuta ocupacional, al final resultó ser un problema de propiocepción (no os asustéis con tanto nombre, también hablaré de ello) y también se solucionó y ahora nos encantan las pegatinas.

La primera vez que le ocurrió en el colegio fue por un cambio de rutina, a la hora de la salida recogen los materiales, van a la percha a por el abrigo, se lo ponen y se ponen en la fila, y ese día hacía calor, y me llevé yo el abrigo en lugar de dejárselo a ella, y cuando fue a buscarlo no recordaba que no lo tenía así que le faltaba un paso de su rutina, pero la profesora me pidió que pasara y la calmé y la expliqué lo que pasaba. De momento no ha vuelto a ocurrir, porque como os he comentado hemos mejorado muchísimo en la anticipación, y además le hemos explicado a la profesora lo importante que es para ella seguir el orden de las actividades, o contarle que va a haber un cambio.

Y ahora mismo le ocurre cuando se duerme en el coche, si la coges dormida y la llevas a otro sitio sin que se entere, cuando se despierta y se encuentra en un sitio que no es el que ella se pensaba que tenía que estar se pone muy nerviosa y le cuesta bastante ubicarse, pasa un rato muy malo, hasta que descubrimos que la solución era despertarla, y ponerla de pie en el suelo al lado del coche, explicarle que habíamos llegado, y que si quería podíamos cogerla en brazos y llevarla así, funciona casi todas las veces, aunque todavía alguna vez la frustración nos gana la batalla.

Y nuestro gran frente abierto ahora mismo es el tema de la retirada del pañal nocturno, lo hemos hecho porque lo ha pedido ella, pero para que no se le escape el pis y le cause un disgusto, porque se pone muy triste si se le escapa y ella no se ha dado cuenta la ponemos a medianoche en el orinal, pero el despertarla de madrugada, algunos días lo lleva bien y sigue durmiendo, pero otros se bloquea por la situación y empieza a llorar de manera desconsolada, pero no deja que te acerques, tampoco que la toques, ni que te vayas, se sienta en la cama y no sabe lo que quiere. Ahí todavía no hemos encontrado el punto de equilibrio, hay noches que le calma que te tumbes a su lado y la abraces, otras noches necesita que la lleves a otra habitación, pero no la toques hasta que se relaja, solo estar a su lado…. 


Después de una crisis, explicando la situación con pictogramas.

 

La verdad es que es muy duro verla llorar y patalear sin saber cómo calmarla y como acercarte a ella, pero cada vez que superamos una nueva situación nos da más herramientas y más recursos para ayudarla.


Intentando terminar con una reflexión, voy a intentar llegar un paso más lejos, y es que creo que con este tipo de campañas se puede cambiar la forma de mirar, y que, aunque no tengas en tu entorno a una persona con autismo, si ves a un papá intentando calmar a un niño, adolescente o adulto, no lo juzgues, no pienses mal, piensan en cambio que es muy posible que esta familia esté pasando un mal rato, piensa que les gustaría que su hijo no tuviese esas crisis, y que ya que tiene que pasarlas, que no se encuentre con tu mala cara juzgando si es un buen o mal padre, intenta ayudar, y si no sabes o no puedes, por lo menos, no seas un obstáculo más.





Y gritar, y gritar, y gritar, y cederle al coraje un lugar,
Y ponerle nombre al miedo, y arrancarle un rayo a cielo..
Las palabras tienen filo, pero a mí nadie me ha prohibido gritar.
(GRITAR, Luis Fonsi)

viernes, 1 de abril de 2016

DÍA MUNDIAL DE LA CONCIENCIACIÓN SOBRE EL AUTISMO



Mañana, día 2 de Abril es el día mundial de la concienciación del autismo, mañana intentaremos teñir las calles de azul, el color que se asocia al autismo, se iluminarán edificios públicos de este color, nos vestiremos de azul y colgaremos globos de nuestros balcones, igual conseguimos que nuestra familia y nuestros amigos también lo hagan, igual conseguimos que algunos conocidos aunque no lo hagan al menos sepan lo que significan esos gestos, pero mucha, muchísima gente no tendrá ni idea de que ocurre, igual, ni siquiera se den cuenta al cruzarse con nosotros que vamos todos del mismo color, mucha gente, al pasar bajo nuestros balcones pensará que hemos celebrado un cumpleaños y si llegan a ver los edificios iluminados pocos serán los que indaguen el motivo de dicha decoración.

Y no les culpo, porque, pensando sobre este día me he dado cuenta de que el calendario está lleno del día internacional de algo, o el día mundial de no sé qué otra cosa… tan lleno, que incluso a veces un mismo día es el día de dos o más cosas a la vez. Tan lleno está, que a no ser que se trate de un tema que nos afecte especialmente ni no enteramos que se está dedicando ese día a algo. Yo misma estoy preparando todo en casa para celebrar el día de mañana, pero no tengo ni idea de si el día de hoy está dedicado a algo, o quizás el día siguiente…

Es entonces cuando me pregunto si estos días sirven de algo, y rápidamente me llega la respuesta, y es que sí, porque, aunque para nosotros todos los días son 2 de abril, y nos pasamos todo el año luchando por hacer visible el autismo es maravilloso tener un día en el que poder invitar a todo el mundo a participar de nuestro trabajo, en el que podemos compartir con todos nuestros esfuerzos, y en el que hacer partícipes a familiares, amigos, conocidos, y porque no, también desconocidos que este día se crucen con nosotros de nuestra lucha. 

Una lucha que libramos cada día, una lucha muchas veces invisible, que este día se hace muy visible. Hace falta este día para que todos, tengan o no cerca un caso de autismo conozcan a estas personas, a nuestros hijos, y sobre todo conozcan sus derechos, que muchas veces no se cumplen, y por eso, hasta que exista una verdadera inclusión, hasta que sus derechos no estén plenamente reconocidos y la palabra autismo no suponga llevar una mochila tan pesada, serán necesarios los días mundiales, los trabajos de concienciación, y los padres y profesionales “pesados” que nos empeñamos en poner un gran foco de luz donde otros solo quieren que haya sombras.

Todo el mundo tiene que conocer lo que es el autismo, porque los padres de niños diagnosticados dentro del trastorno tenemos que luchar diariamente contra muros que podrían derribarse simplemente con un conocimiento básico sobre el tema.

Tenemos que luchar contra pediatras que nos dicen que nuestros hijos ya hablarán, que somos unos exagerados y que cada niño tiene su ritmo.

Tenemos que luchar contra maestros que nos dicen que nuestros niños no hacen caso en el aula y que no pueden enseñarles.

Tenemos que luchar contra otros padres que nos miran mal si nuestros hijos tienen una crisis y nos tachan de malos padres y de haber criados unos niños consentidos.

Tenemos que luchar contra una sociedad que, aunque se ensalce de inclusiva, en cuanto alguien presenta alguna diferencia le clasifica y le intenta segregar.

Tenemos que luchar contra unas leyes que protegen a los agresores en lugar de las víctimas cuando se produce algún caso de acoso o discriminación por discapacidad….


Ojalá llegue el día en el que no tengamos que salir a la calle a justificarnos, el día en el que no tengamos que dar explicaciones sobre nuestros hijos y sus comportamientos, el día en que ser diferente sea una ventaja y no un inconveniente, el día en el que todos vean lo mejor de la persona de al lado y no sus dificultades.

Pero mientras ese día llegue, yo seguiré luchando, luchando por enseñar todo lo que estos niños pueden hacer, todos los logros que pueden conseguir, y seguiré luchando porque mi hija pueda llegar todo lo lejos que ella quiera.


Mientras ese día llega, seguiré celebrando el día 2 de Abril y todos los demás días del año en que tenga algo que enseñaros sobre el Autismo, y espero que queráis acompañarnos.